Antes de que estos dos empresarios tuvieran tiempo de hacer al menos algo de fortuna, ya se sentían conquistadores del mundo entero. A pesar de los problemas de rentabilidad, alquilaron una oficina grande y contrataron a una secretaria. ¿Para qué? Para que pudieran pasar allí el tiempo tal como lo representaba su imaginación, es decir, relajar el alma y el cuerpo. Hoy en día, los aspirantes a empresarios rusos seducen a sus asistentes para tener sexo, y una chica con una gran figura se deja seducir por sus fantasías de millones en un mes. Ella chupa a uno, le da a otro en el coño, esperando compartir su parte.