Un joven estudiante de Yokohama decide pasar sus vacaciones de verano no en casa, sino en la capital, Tokio. Después de alquilar una habitación en un hotel barato durante un par de meses, el chico comienza a relajarse y familiarizarse con la vida de la gente de la capital. Esta noche, el provinciano se da un capricho y encarga a su habitación a una experta masajista, sobre la que hay muchas críticas positivas en Internet. La japonesa acuesta educadamente al cliente, pero no con la cara en la almohada, como hacen otros, sino poniendo al niño boca arriba. La mujer inmediatamente se quita los pantalones de la frente, se lubrica la polla con aceite y se masturba, deteniéndose al final para hacer una mamada. El turista definitivamente no esperaba tal masaje del pene con las manos y la boca.